domingo, 17 de octubre de 2010

Semana horribilis eternibus

Nunca he sido de latín, pero creo que la cosa se entiende fácilmente. Tengo por delante una semana laaaaarga. Tan larga que me estoy planteando quedarme a comer en el colegio, para poder aprovechar ese rato para estudiar, en lugar de pasar el tiempo de aquí para allá metida en un autobús. Arrancamos mañana con una reunión media hora antes de empezar las clases, para organizar la campaña del DOMUND. Me recuerda mis tiempos mozos cuando íbamos a casa con el sobrecito para darle dinero a los "niños pobres". Qué cándidos éramos. Ahora no sé bien dónde acaba ese dinero. Quiero pensar que algo les llega, que de algo sirve concienciarnos de que no estamos solos en el mundo y que no todos tienen la wii al lado del router y el tdt.
El resto del día vendrá salpicado de la preparación de la visita a la capilla, a la ludoteca, de dos tutorías con padres,... Y así será toda la semana. Además tendré las clases de la academia, buscar un hueco para ir al banco, organizar todas mis cosas de psicopedagogía y, si hay tiempo, lavarme y dormir, que creo que no me va a venir mal dormir de vez en cuando. Como resultado tenemos una jornada laboral que empieza a las nueve de la mañana y termina a las cinco, que por arte de magia se transforma en una jornada que termina a las siete dentro de las cuatro paredes del cole y mucho más tarde en casa.
Ojo, no me quejo, afortunada me siento de tener un trabajo, haciendo lo que más me gusta, pero todavía no ha empezado la semana y ya siento que estoy cansada. Y no es problema de todo lo que tengo que hacer, que a fin de cuentas es lo que yo he elegido y como yo lo he elegido. Es mi maldito problema de indecisión y falta de voluntad y empuje. Ese problema que me hace quedarme sentada viendo como me vienen las obligaciones y no saco las ganas para llevarlas adelante. El mismo problema que, cuando mi cabeza dice que tengo que perder algo de peso, que tengo que relacionarme más con la gente, que tengo que limpiar y ordenar mi casa, sale de dentro y me dice: "venga, el lunes empezamos, vale, el día 1, puf, es que hoy estoy tristona, ya lo haré mañana". Siempre he querido encontrar la fórmula mágica que active mi voluntad, pero todavía no la he encontrado. Quiero que esta semana empiece con buen pie, y quiero poder decir el domingo que viene que lo he conseguido y he hecho todo lo que me había propuesto. Si no, siempre me quedará el chocolate. Besitos.

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